martes, 14 de octubre de 2014

El viento no da tregua. Pienso en Arlt, pero también pienso en Pizarnik. Pienso en los perros, en la manera en la que cierran sus ojos. Alguien que ladra inventa el desierto. Pienso en los niños: ellos nunca se quejan del viento. Pienso en el mar furioso, el mismo que un día se llevó a mi padre. Pienso en las bolsas de nylon que se aferran a los alambrados hasta volverse parte del paisaje. Pienso en los chillidos de las chapas de zinc. Pienso en mis árboles: la sombra del álamo es tan fuerte como el mismo álamo. Lo cierto es que nunca sentí tanto tu presencia como hoy que entré en mi casa y abrí las ventanas y me pareció escuchar tu voz. Lo cierto es que nunca había pensado tanto en el viento.