viernes, 27 de mayo de 2016

Miércoles 29 de abril de 2015, el día soñado. Quise llorar pero me contuve, por vergüenza. Me acompañaba María, una amiga que conocí hace algunos años por el blog, por la poesía. Ella, tan buena y gentil, me estaba esperando en Aeroparque, con paraguas incluidos. Dejé mi bolso en el hotel y fuimos hacia Núñez. De los nervios que tenía, se me cayeron los billetes al bajar del taxi. Cosas que pasan. Luego de hacer la visita al Museo, entramos en la cancha. Y ahí sí, cerré los ojos y, por un minuto, se me vino el mundo encima: pensé en los goles de Crespo en aquella recordada final de Libertadores, la segunda que ganamos. Recordé la vuelta del Enzo, el campeonato invicto con el Tolo Gallego, los caños y las gambetas del Burrito Ortega. Cómo no recordar los recitales de AC/DC. Por un minuto también pensé en mi barrio, en aquellos memorables partidos hasta cualquier hora. Pensé en la única camiseta que tuve de niño, esa que, con fibrón, le puse el número 7 por el Mencho Medina Bello. Qué lindo es ser de River, tu grato nombre.