No hubo palabras.
No hubo batallas.

Sólo lágrimas ahorcadas al borde de la cama.

Había que ser hombre hasta el último aliento
aunque duela

el texto.

Donde las manchas hacen sombras
el silencio pesa menos.

estar abrazados

con la vida muriéndose de risa.

PLEGARIAS

...falta poquito!

Dios sabe. Dios debería saber.

MONÓLOGO

La luz envejece en la habitación. Y yo, pidiendo una frase, una sola frase que me sirva de escudo ante tanta fiebre. Eso necesito para no confundirme: un canto distinto al mío. Una plegaria que me dé algo de respiro. Una invocación donde las palabras suenen como cuchillos en el aire. No obstante, eso no sucede. Suceden las mañanas de hombres sin rostros. Los signos del sueño. La luz apagada.

Insisto:
no importan los esquemas
hay que salvar al poema.

Nostalgia en los grandes momentos del día,
cuando enciendo el televisor
y espero a alguien que jamás existió.

La belleza es impune.

Mi fealdad no emociona. Sólo entretiene al condenado.

Cansancio del insomnio al que me obliga el poema.

Días de extraño peregrinar. Ni el sabio sabe qué hacer con tanto hueso desparramado.

Yo también tengo derecho a romperme.

Tirar una piedra al mar y esperar. Así de simple se va poblando el olvido.

La posibilidad de un abismo no admite error alguno.