jueves, 20 de julio de 2017

Nos habíamos conocido en 1997, laburando en la calle, en la empresa que cobraba el estacionamiento medido. En ese primer día de trabajo, me mandaron a practicar con él, al frente del Boxing Club, en la avenida San Martín. El viento era tan intenso aquella mañana de noviembre que no lo podía escuchar. En un momento me miró fijo a los ojos y me dijo: "Acá tenés que ser fuerte porque sino te pasan por arriba. Si te ven con cara de bueno, no te van a querer pagar. ¿Querés ir a la otra cuadra?". Y, desde aquel momento, construimos una hermosa amistad. Pasamos de todo juntos; luchamos contra un sistema que nos ignoró hasta que empezamos a dejar de ser invisibles, a tener un compromiso de vida con las luchas. En estas últimas vacaciones, charlamos tardes enteras, compartiendo la merienda. Quizás, pienso ahora, fue nuestra manera de despedirnos. Yo, que he sido un solitario, siento la tristeza de despedir a un gran amigo, a un gran compañero. Hasta siempre, Santucho. Te voy a extrañar.

https://www.youtube.com/watch?v=WfoCiGOK_ek