jueves, 23 de agosto de 2018

Mientras te escribo estas líneas, pienso que tu literatura - es decir - tu forma de vivir, viene de la tradición de los que escriben para conjurar la tristeza, para que el llanto pese menos. Para que el silencio duela menos.

En más de una oportunidad, nos hemos ido por las ramas hasta poder encontrar a los duendes, a los grillos que nadie ve. Nos entusiasmábamos tanto que era imposible no volver a la vida sin una sonrisa en los ojos. Teníamos el cielo y el infierno pegados en la cara.

Ahora, el sol de octubre (no el viento, la herida) abraza al que fuiste, al que sos, te invita a viajar y en tu viaje, todos somos un poquito menos cruel. Un poquito más humanos.

Te abrazo, desde todas mis muertes, y te espero siempre, para seguir charlando de fiuras, de traucos, de perros que cruzan los puentes a las 3 de la mañana.

Algún día, de tanto insistir, saldrán peces de colores.