jueves, 16 de mayo de 2019

En esos años, sentía mucho vacío. Mi hermano se había ido de este mundo con apenas treinta años y nunca lo pude aceptar. Me la pasaba llorando y escribiendo. Solía quedarme en el cementerio, escuchando música, nuestra música. Leía su nombre en el mío, en sus dos fechas, limpiaba las flores, cambiaba sus fotos, miraba el cielo. Luego eso pasó, de a poco. Mi madre y mis sobrinos me dieron fuerzas para no caer. Para no dejarme estar. Debe ser por eso que soy así: amo mi tranquilidad, me gusta estar en familia, pasear junto a mi chica por la bahía. De a poco, voy acomodando mi sonrisa.