lunes, 25 de noviembre de 2019

Nunca supe quién me hizo hincha de River, a veces pienso que vi esos colores y me enamoré a primera vista. He sido intensamente feliz jugando a la pelota. Fui de esos jugadores de barrio que nunca le interesó jugar en ligas. Lo mío era jugar a la pelota en el barrio, en la calle. Esperé esta final de Libertadores con muchas ganas, con ansiedad. Conversamos bastante con mi sobrino sobre el partido, sobre qué equipo era conveniente parar ante el temible Flamengo. Fue un partido perfecto hasta esos dos últimos minutos fatales, que ya forman parte de alguna pesadilla, la peor en la era Gallardo. No hay nada para reprocharle a Napoleón y sus muchachos. Al contrario, un agradecimiento eterno por estos 5 años de alegrías, sobre todo aquellos días inolvidables de Madrid. Vamos River de mi vida.