viernes, 11 de diciembre de 2020

Con Lunita, mi sobrina nieta, solemos tener charlas profundas. Mientras hacía el asado para homenajear a las madres de la familia, se acercó a la parrilla. Le digo: "Luni, hace mucho que no te veía. ¿Por qué no venías a visitarme?" Respiró profundo, miró a la parrilla y me dijo: "Es que pensé que estabas muerto". Luego, para rematarla, me dice: "Sí, tío. Es que los viejitos se mueren".