Siempre se trata de una fuerza extraña la que me lleva a escribir poemas, algo que me llega hasta la punta de los pies. Trabajar con el recuerdo, amoldarlo, hacerse de paciencia. Sentir cómo se cierra la angustia en el florero.
Para hablar del viento / habrá que convencer a los álamos de su existencia.