jueves, 23 de octubre de 2008

UN POETA ANDA ENTRE NOSOTROS

En los tiempos de la globalización del sin sentido, en que los medios masivos de comunicación incomunican, en que el hombre ha dejado de ser una posibilidad de infinito para convertirse en consumidor -de arte, de autos, de partes, de dioses, de tetas, de imagen-: un poeta anda entre nosotros. Compra, estudia magisterio, vende su libro Sábanas de viento, quiere vender libros usados, sale con chicas que lo aprecian, hace pis y dos o tres pequeñas acciones solidarias por día, toma té de boldo sin azúcar, fuma Marlboros, da talleres de escritura a los niños, a los necesitados de una voz, conduce su auto entre las salvajes ráfagas del aire, sueña y anda entre nosotros. Escribe poesía. Usa las palabras como cuchillos para cortar el día, para diseccionar la noche, para hilvanar un canto, una voz, una plegaria. Parece un hombre común. Y no lo es bajo ningún punto de vista. Es un ojo que lo mira todo. Las rajaduras de tu alma, tus hilachas, el pelo de la rubia que se adhiere a tu hombro, las miradas de soslayo, la sed de tu boca, tus sueños iluminándote el rostro, los pelos de tu oreja, tu candidez y tus crueldades cotidianas. Él lo mira todo y a veces no lo quiere ver. Quiere ser civil. A veces sueña que hay días en que no escribe y siente alivio. Él ama a su madre. A sus sobrinos. La cara se le llena de luz cuando habla de ellos. Se siente perseguido por la muerte -¿y quién no?-. Porque su padre fue raptado por el mar, y cuando fue devuelto, ya no tenía vida. Su padre era pescador de peces y de días. Porque su hermano se murió a los treinta persiguiendo estrellas. Porque una chica que él quería mucho se murió en el parto dando a luz un hijo de la mañana y ahora duerme a unos pasos de su hermano. Porque está triste y tiene una voz, una plegaria, un canto. Y anda entre nosotros repartiendo sus colores, las margaritas salvajes de su alma, que es hija del viento y de la tarde, sus canciones, sus pequeños actos que andamian sus sueños más hermosos. Nos quiere. ¡Oh, Dios, cómo nos quiere! Quiere a la gente porque sueña la luz. Es él y anda entre nosotros. Y se llama Jorge Curinao. Y es poeta.


Carlos Besoaín
29/01/08