Hoy me levanté optimista. Revisé mis últimos textos y traté de ser objetivo. El tiempo me ha vuelto menos obsesivo. A los 20 me encerraba y hasta que no encontraba las palabras precisas, no salía al mundo exterior.
Ahora sé un poquito más. Un poquito.
A veces, cuando el poema no es lo que deseo, lo dejo, espero y a los pocos días, vuelvo a trabajarlo. También hay algo que antes no me pasaba con frecuencia: recordar los poemas de memoria. Eso me está sirviendo para ir trabajándolo en cualquier parte y a cualquier hora. Es una sensación muy extraña y a la vez, maravillosa. Tan hermosa es la situación que quisiera que durara una eternidad.