Toda mi carne es un canto al desamparo |
Fue uno de los días más especiales de mi vida. No la venía pasando bien. Mi hermano había fallecido en mis brazos apenas 3 meses antes y nunca lo pude aceptar. De noche, en el laburo, me estaba matando. Sobre todo, la columna. Lo cierto es que nunca pude dejar de escribir, ni aun en los momentos de mayor desesperación. Como tiene que ser.
Nunca voy a olvidar esa pequeña charla. Cuando me llamó, yo estaba trabajando. Le pedí a Nica, mi compañero, que me cubriera mientras iba al baño a charlar tranquilo porque, por el ruido de los pinos del bowling, no se escuchaba nada.
"Hola, Jorge. Te llamo para avisarte que tu libro fue seleccionado para ser publicado en el programa Mi Primer Libro. El lunes podés pasar a firmar el acta. Felicitaciones!" Y ahí me quedé, por un rato que tal vez duró una vida, sentado, más solo que un perro, pero contento por la noticia. Llorando.
Han pasado muchas cosas estos años. Imposible nombrar a cada una. Imposible recordar cada gesto. Pero sigo escribiendo y, sobre todo, leyendo. Ojalá nunca pierda las ganas y ese cosquilleo que me da un poema nuevo. Sé que no se puede vivir en un estado de poesía permanente. Lo sé. Debe ser por eso que ahora duermo de noche. Tal vez allí está el punto y más allá, el niño que fui respirando el mismo sol.