Hoy se
cumplen 20 años de la muerte del querido Carlos Lahera. Lo conocí cuando laburaba
en Sesme, la empresa que cobraba el estacionamiento, a mediado de los ´90. Nos
conocimos en la lucha que llevamos adelante cuando el Municipio, gobernado por el kirchnerismo, dio por
finalizado el contrato con la empresa, y la precarización laboral empezó a ser
moneda corriente. Los compañeros del Partido Obrero, que en ese momento era el FUT provincial, fueron los primeros en
solidarizarse con el reclamo.
Carlos tenía
mucha paciencia para explicar las cosas; era didáctico a la hora de analizar la
realidad social. Recuerdo que me buscaba en la cuadra, donde estaba cobrando el
estacionamiento, y me dejaba la Prensa Obrera, el periódico del Partido. Si habremos charlado en esas mañanas frías que congelaban hasta los huesos. Al
principio no entendía nada lo que leía, me parecían densos los artículos. Me preguntaba
qué tenía que ver lo que pasaba en Europa con cuestiones locales. Sí, tiene
mucho que ver. En esas lecturas aprendí, entre tantas otras, la importancia que
puede tener un sindicato, una asamblea, un plan de lucha. Lo más interesante es
cuando todo eso que leíste, lo podés llevar a la práctica, cuando te das cuenta de qué
lado de la mecha te encontrás. La última
vez que charlamos fue en un acto del Primero de Mayo en el SUM del colegio
Salesiano. Ese día charlamos de Alfredo Zitarrosa, de sus canciones. Estaba
contento. "Chico malo", solía decirme. A los pocos días
falleció, mientras participaba del XI Congreso Nacional del Partido Obrero en
Buenos Aires. Recuerdo también el homenaje que le hicimos en el histórico local de la calle Cepeda.
Mi mejor
recuerdo para un gran luchador, para una gran persona. Hasta la victoria
siempre.
NOTA. El artículo del diario corresponde a La Opinión Austral (31/05/00).