lunes, 14 de noviembre de 2022



Hoy cumplo 25 años de trabajo. No es poco. 5 años estuve ahí, en la calle, vestido de naranja, cobrando el estacionamiento medido. Ese mismo día conocí a mi amigo de toda la vida, el querido Santucho. Él me enseñó el oficio, digamos. "Acá tenés que hacerte fuerte porque sino te pasan por arriba", me dijo, sin tanto preámbulo, aquella mañana de un viento feroz imposible de olvidar. 
Si mis aportes hubieran sido en la provincia, ya estaría pensando seriamente en mi jubilación. Pero no fue así, tuve aportes en la ANSES y también laburé algunos años en negro, como buen mapuche. Me da mucha felicidad cuando un compañero se jubila, lo felicito y le pregunto si está contento, qué va a hacer de su vida (sí, soy muy charleta). Si Tatita Dios me bendice con un poco de salud, me gustaría llegar a ese último día de trabajo. Me imagino festejándolo a lo taurino, con un tostado y una Coca en algún lugar sin tanta gente, cerca del río, y en bicicleta. Tocando el cielo con las manos, recordando a mi amigo Santucho.