No fue sencillo llegar a la publicación de Restos de ciudad. Tuve que pasillar, esperar, explicarle a cada funcionario de qué se trataba el Fondo Editorial Santacruceño. En otras palabras, fueron meses agotadores, de incertidumbre y, sobre todo, de hacerme de mucha paciencia. Los tiempos de la política nada tiene qué ver con los de la poesía. Por eso, la tarde que recibí los libros, sentí que algo bueno había hecho. Quizás en otro momento, no lo hubiese intentado. En ese ir y venir, me encontré con los "funcionarios que no funcionan" diría la Cris. Esos que sólo aparecen para las fotos. Un día me decían que estaba el papel y no era cierto. Al otro me decían que ya estaba el tóner y tampoco era cierto. Ese "bicicleteo" es algo que nunca me aguanté. No sólo en la política, sino en la vida de todos los días. La falta de respeto. Eso.
Ojalá diosito me dé un par de años más de vida. Voy a recordar Restos de ciudad como el libro de la insistencia, de intentar hacer algo lindo en mi ciudad, en mi provincia.
Ahora los poemas están en el mejor lugar, haciendo su propio camino como siempre lo han hecho.
Ahora los poemas están en el mejor lugar, haciendo su propio camino como siempre lo han hecho.
NOTA. La fotografía la tomé en la esquina de la imprenta, Sarmiento y Pellegrini.