jueves, 23 de enero de 2025

Cuando sabía que ya no iban a entrar más clientes, apagaba las luces de las canchas y ponía el mismo disco de Sabina. Luego se sentaba a leer el diario, prendía un cigarillo y tomaba su wiskisito, así lo llamaba. Era extraño lo que pasaba, era extraño no escuchar el murmullo de la felicidad. Las flores iban quedándose solas. Atrás, en la trastienda, yo me tiraba a descansar sobre unos tablones y leía en voz alta. La vida pasaba como si nada.