Hay cosas imperceptibles que están ahí, al acecho. Prejuicios dirán algunos. Ser morocho, tener rasgos indígenas y andar con una remera negra de Hermética era casi un delito. Entraba al supermercado y el de seguridad me seguía, desconfiaba. La señora que iba por vereda se cruzaba de calle. Perdí la cuenta de las veces que la policía me requisaba cuando me encontraba al salir del laburo, en la madrugada.
Cuando en el 2006 fui seleccionado para publicar mi primer libro, muchas cuestiones cambiaron. Gallegos sigue siendo una ciudad pueblo, en que nos conocemos bastante, y salir en el diario, en esos años, era poco menos que ganar el Nobel.
Cómo no voy a sentir orgullo por todos estos años, por este hermoso premio llamado Fondo Editorial Santacruceño.