“LOS ALAMOS CANTAN EN EL
VIENTO. ANTOLOGÍA (2006 - 2021)”
DE JORGE CURINAO. (*)
“Los
álamos cantan en el viento”, oportuna antología de la obra publicada hasta el
momento por Jorge Curinao, se encuentra enmarcada entre las palabras de otros
dos grandes poetas. Principia el libro un comentario de Juan Carlos Moises
llamado “Un arte de náufragos”, donde el bardo sarmientino desarrolla su visión
profunda de la poesía de Curinao. Una de sus frases dice: Cuando leemos sus poemas ya acabados y pulidos en la página, es como si
advirtiéramos que también están escritos los silencios, y no cualquier
silencio. Sus poemas proponen un lector activo. En la contratapa del volumen,
la escritora Liliana Campazzo, de Viedma, completa la presentación con un texto
cuya última oración afirma: Leer al poeta
Jorge Curinao es entrar en la sintonía fina del silencio, una luz que nos labra
para siempre en el corazón de la cabeza, la brevedad y el chispazo de la
palabra justa.
Juntas,
ambas frases definen, en cierto modo, la creación del santacruceño. Porque el
estilo poético del vate es breve, sí, pero de una brevedad extensa, de un
laconismo facundo, de una sencillez opulenta; que debe descubrirse. Pues lo que
ahorra en palabras, prodiga en ideas y emociones. Leer cada línea de Curinao es
abrir un recipiente lleno de pensamientos y sentimientos que sorprenden y hacen
reflexionar al lector.
El
volumen reúne fragmentos de los libros “Sábanas de viento” (2006), “Plegarias
del humo” (2009), “Cactus” (2010), “Nadando” (2012), “Otros animales” (2014); y
“Gorriones de la Noche” (2020). Tal vez algún comentarista encuentre en este
muestrario una variación de la poesía de Curinao a través del tiempo. Pero para
quien escribe estas líneas, la recopilación revela que, desde sus primeros
versos, el poeta se instaló firmemente y por derecho propio en el mundo de las
letras. Es cierto que entre las distintas obras algunas diferencias pueden
hallarse – por ejemplo, el recurso al poema en prosa más extenso que se ve en “Otros
animales”; o el minimalismo extremo de los “mono-versos” de “Gorriones de la
noche”- pero la gran calidad literaria se mantiene.
La antología
admite varias lecturas, y cada una, al enfocar una dimensión distinta, dará
lugar a comentarios diversos. En esta nota se apunta a una lectura orientada a detectar
en la creación la presencia de elementos patagónicos; que por lógica existen. Porque
Curinao, vecino de la muy austral ciudad de Río Gallegos, enmarcada entre la
meseta, la ría y el mar, es vitalmente sureño. Es inevitable que rasgos del
ambiente que lo rodea se inserten en su poesía; es ineludible que muchas veces
sus figuras, sus imágenes, sus tropos, revelen la pertenencia a esa tierra. Y está
bien que sea así, porque la presencia del terruño, latebrosa, tácita más que explícita,
habla de la autenticidad de los impulsos que originan su poesía. En busca de ejemplos
puede hacerse un breve repaso de sus páginas:
En
“Sábanas de viento”, el verso “Caminos” (Bajo
la tierra / los mineros iluminan los caminos), más allá de su metáfora, trae
el recuerdo de las oquedades carboníferas de Río Turbio. En “Plegarias del
humo”, el poema “Sur” (Para hablar/ del
viento / habrá / que convencer / a los álamos / de su existencia) deja
entrever, junto a su construcción paradójica, el paisaje sureño. En “Cactus”,
aun cuando se trate de desiertos metafóricos, las líneas Me acuerdo saliendo por los desiertos / y encontrando rostros que no
eran míos / rostros que no fui, del poema - más extenso que lo habitual -
“Balada del buey solo”, remiten, inevitablemente, al erial mesetario. En “Nadando”
vuelve a hacerse presente el viento que nos
recuerda que la soledad es cosa seria. En “Otros animales”, la breve
referencia a la nieve (Dicen que la nieve
es neutra, que la noche canta como un niño ahogado…) alude a un fenómeno común
de la zona. Por fin, en “Gorriones de la Noche”, el verso De noche el viento se detiene. Un perro que ladra inventa el desierto,
combina elementos afines a la región… y al mundo íntimo y personal del autor.
Como
se ve, no es el lugar una presencia nítida; sino apenas una intuición. Sin
embargo, aun en una síntesis de la obra de Curinao como resulta ser esta
antología, se adivina la comunión del escritor con su sitio en el mundo.
La
cuidada edición de Espacio Hudson, habitual en las publicaciones de esa casa
editora, lleva en la tapa diseñada por Alejandro Mezzano una imagen que conjuga
el tronco del álamo con una copa formada por bocinas metálicas. La figura
sugiere la música del viento; y es eficaz reclamo para atraer la atención del
lector hacia esta antología, que le permitirá conocer a uno de los exponentes
más importantes de la Literatura Patagónica actual. Es posible que esta lectura
introductoria tiente al iniciado para buscar y leer cada uno de los libros de
donde se tomaron los poemas. En tal caso, además de disfrutar de la poesía que
presentan sus páginas, podrá formarse una idea de la riqueza de las letras
regionales que, día a día, se integran más al panorama nacional; gracias a
obras como la que aquí se intentó, con más voluntad que pericia, comentar.
(*) “Los álamos cantan en el
viento”. Curinao, Jorge. (Rada Tilly, Espacio Hudson, 2021)