Hubo un momento, después del pitazo final y de los festejos, en el que Messi y Neymar se sentaron en una suerte de escalera que llevaba al túnel del Maracaná y se pusieron a charlar. Ese momento, de fútbol en su estado natural, fue el momento más poético de la noche. Atrás quedaban el gol de Fideo o las atajadas del Dibu ante Colombia. Cerré los ojos e imaginé una charla en el barrio, en esas calles de tierra y de viento, hablando del partido, de lo que vendrá, compartiendo una botella de agua (nosotros no teníamos para una Coca). Estoy seguro que anoche el Diego bajó a la tierra por unos segundos.